La palabra Rosario significa ‘Corona de Rosas’. La Virgen María ha revelado a muchas personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por cada Rosario completo le entregan una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, así que el Rosario es la reina de todas las devociones a María.
El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque junto con él está aunada la majestuosa historia de nuestra salvación. Con el rosario de hecho, meditamos los misterios de gozo, de dolor y de gloria de Jesús y María. El Santo rosario es una oración bíblica por excelencia, pues no es más que meditar el Evangelio con el Ave María como música de fondo.
Es una oración simple, humilde como María. Es una oración que podemos hacer con ella, la Madre de Dios. Con el Ave María la invitamos a que rece por nosotros. Ella une su oración a la nuestra. Por lo tanto, ésta es más poderosa, porque María recibe lo que ella pide, Jesús nunca dice no a lo que su madre le pide. En cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como una arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.
Historia del Santo Rosario
La práctica de rezar el rosario comenzó desde los primeros siglos de la Iglesia cuando los laicos quisieron imitar a los monjes, quienes oraban los 150 Salmos cada día. Los laicos, que en su mayoría no sabían leer, sustituían los salmos por 150 Ave Marías; y para contar iban haciendo nudos en un lazo.
En el siglo XIII, Domingo de Guzmán, un santo sacerdote que luchaba para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía de los albigenses -quienes enseñaban que Jesús no es Dios, negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios-, trabajó por años en medio de estos desventurados. Con su predicación, oraciones y sacrificios logró convertir a unos pocos, pero las conversiones se desvanecían rápidamente.
La Virgen acudió en ayuda de Santo Domingo. Se le apareció en el año 1208; en su mano sostenía un rosario y le enseñó a recitarlo. Le encargó predicar esta devoción por todo el mundo y le dijo, además, que lo utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albingenses volvieron a la fe católica.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció al beato Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a santo Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario
Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán participes de los méritos bienaventurados.
Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
Objeciones y respuestas acerca del Santo Rosario
Primera objeción: “El Rosario no está en la Biblia”.
Respuesta: El Rosario es la oración bíblica por excelencia; pues en él se contemplan uno a uno los misterios de la vida de Cristo, desde su infancia (misterios gozosos), pasando por su vida pública (misterios luminosos), hasta su pasión y muerte (misterios dolorosos). El rosario es un compendio del Evangelio. Es una oración bíblica y Cristocéntrica por excelencia.
El Ave María está en la biblia, es más, es una oración compuesta por el mismo Dios (Lc 1,28; 39). El Padre Nuestro está en la biblia (Mt 6,8). y cada uno de los misterios que se contemplan en el corresponden a pasajes del Evangelio.
Segunda objeción: “El Rosario es la repetición de la repetidera”
Respuesta: El Rosario, más que oración es meditación y redunda en el bien de los cristianos cuando lo hacemos en un profundo espíritu de meditación en los misterios de la fe.
La repetición de oraciones vocales sólo marca el tiempo de la meditación. El mismo Jesús (nos dice la Biblia) repetía las mismas palabras una y otra vez en el huerto de los Olivos (Mc 14, 39). En la liturgia celestial que se describe en el apocalipsis, los “cuatro vivientes” que estaban ante el trono de Dios “repiten sin descanso día y noche: Santo, santo, santo, Señor, Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a venir” (Ap 4,8).
Los hermanos pentecostales repiten una y otra vez palabras, tales como: «Aleluya», «Gloria a DIOS», «Amén», entre otras.
La inmensa mayoría de cosas que hacemos en un día son repeticiones: ¿Qué es caminar? Es repetir pasos, ¿Qué es respirar? Es repetir inhalaciones y exhalaciones. ¿Qué es el palpitar del corazón? repetidos e incansables sístoles y diástoles al ritmo del “pum”, “pum”... desayunamos, almorzamos y comemos todos los días; nos aseamos todos los días... eso es repetir. Es más, a todos nos gustaría que nos dijeran que nos aman; pero si nos lo dicen 50 veces, nos gusta más. Cuando se repite con una nueva intención, cada repetición es como si fuera la primera vez.
Tercera objeción: “Sólo lo hago cuando siento”
Respuesta: como sabemos, el amor más que un sentimiento es una decisión; una mamá no solo atiende a su bebé recién nacido cuando siente ganas de hacerlo, de seguro que si el niño llora en la madrugada ella no se sentirá muy bien levantándose a ocuparse de él; sin embargo, su amor de madre está por encima de lo que siente. Así mismo debe ser el amor que nosotros profesamos a Dios y a su Santísima Madre, no puede estar marcado por el sentimiento, debe ser una fuerte convicción. Sabiendo, además, que no es Dios quien necesita de mi oración, soy yo mismo quien la necesita. Si dejo de orar Dios no pierde nada por eso, soy yo quien me pierdo de sus gracias.
Testimonios del Santo Rosario
Milagro del Santo Rosario en Hiroshima: 6 de agosto de 1945
Durante la Segunda Guerra Mundial dos ciudades japonesas fueron destruidas por bombas atómicas: Hiroshima y Nagasaki. En Nagasaki, como resultado de la explosión, todas las casas en un radio de aprox. 2.5 Km del epicentro fueron destruidas. Quienes estaban dentro quedaron enterrados en las ruinas. Los que estaban fuera fueron quemados.
En medio de aquella tragedia, una pequeña comunidad de Padres Jesuitas vivía junto a la iglesia parroquial, a solamente ocho cuadras (aproximadamente 1 Km) del epicentro del epicentro de la bomba. Eran misioneros alemanes sirviendo al pueblo japonés. Como los alemanes eran aliados de los japoneses, les habían permitido quedarse. La iglesia junto a la casa de los jesuitas quedó destruida, pero su residencia quedó en pié y los miembros de la pequeña comunidad jesuita sobrevivieron. No tuvieron efectos posteriores por la radiación, ni pérdida del oído, ni ninguna otra enfermedad o efecto.
El Padre Hubert Schiffer fue uno de los jesuitas en Hiroshima. Tenía 30 años cuando explotó la bomba atómica en esa ciudad y vivió otros 33 años más de buena salud. El narró sus experiencias en Hiroshima durante el Congreso Eucarístico que se llevó a cabo en Filadelfia (EU) en 1976. En ese entonces, los ocho miembros de la comunidad Jesuita estaban todavía vivos. El Padre Schiffer fue examinado e interrogado por más de 200 científicos que fueron incapaces de explicar como él y sus compañeros habían sobrevivido. Él lo atribuyó a la protección de la Virgen María y dijo: “Yo estaba en medio de la explosión atómica... y estoy aquí todavía, vivo y a salvo. No fui derribado por su destrucción.” Además, el Padre Shiffer mantuvo que durante varios años, cientos de expertos e investigadores estudiaron las razones científicas del porqué la casa, tan cerca de la explosión atómica, no fue afectada. El explicó que en esa casa hubo una sola cosa diferente: “Rezábamos el rosario diariamente en esa casa”.
El Rosario de Madre Teresa
Jim Castle estaba cansado cuando abordó el avión una noche de 1981. Después de una semana llena de reuniones y seminarios, ahora descansaba tranquilo en su asiento agradecido de volver a casa: Kansas City .En cuanto más pasajeros abordaban el avión, más se oía el murmullo de sus conversaciones mezcladas con el sonido de los equipajes de mano guardándose en los compartimientos. De repente, un silencio... Jim volvió su cabeza para ver qué pasaba. Se quedó con la boca abierta.
Caminando por el pasillo, venían dos monjas vestidas en hábitos blanco con un borde azul. El reconoció esa cara a la primera mirada: piel arrugada, ojos cálidos. La misma cara que estaba en la portada de la revista TIME , y que siempre aparecía en el noticiero de televisión. Las dos monjas se detuvieron y Jim reconoció que su compañera de vuelo sería la propia Madre Teresa.
En cuanto los pasajeros estaban acomodados, Madre Teresa y su compañera sacaron sus rosarios. Cada decena de cuentas tenía diferente color, “cada decena representa varias áreas del mundo”, le dijo, “rezo por los pobres y moribundos de cada continente” - añadió.
Comenzó el vuelo, las dos monjas comenzaron a rezar, dejando oír sólo murmullos. Aunque Jim no se consideraba católico practicante y asistir a la Iglesia no era su hábito, inexplicablemente se encontró envuelto en el rezo. Cuando hubieron terminado, Madre Teresa se volvió hacia él. Una sensación de paz lo envolvió.
‘Joven’ -le dijo. ‘¿Rezas el rosario frecuentemente?’ -preguntó- ‘No’ - admitió Jim.
Ella tomó la mano de Jim. Mirándolo a los ojos, sonrió: ‘Bueno, lo harás de ahora en adelante’ - replicó, mientras dejaba caer su Rosario en la palma de la mano de Jim.
Una hora más tarde, en el aeropuerto de Kansas, describió a Ruth su esposa lo ocurrido, y el por qué traía un Rosario en la mano. ‘Es como encontrarse con una verdadera hermana de Dios’ - decía.
Nueve meses más tarde, visitaron a una amiga de hacía mucho tiempo: Connie. Connie tenía cáncer en los ovarios. ‘Voy a luchar, no me daré por vencida’ -decía Connie. En ese instante Jim recordó el rosario que Madre Teresa le había dado. Después de contar la historia le dijo Jim a Connie: ‘Quédatelo, puede que te sirva’. ‘Gracias, espero poder regresártelo’ - contestó Connie.
Pasó más de un año... Connie regresó el rosario. “Lo mantuve conmigo todo el tiempo... el mes pasado los médicos hicieron una segunda cirugía y el tumor ha desaparecido -añadió por eso te regreso el rosario” - dijo agradecida.