Nos ha tocado vivir en una época donde las personas ya no creen por la simple autoridad de la Iglesia, es decir, ya no dicen “amén” a todas sus enseñanzas; cada vez más las personas exigen razones para creer, piden explicaciones y se atreven a poner en duda las enseñanzas que por siglos han hecho parte del depósito de nuestra fe, provenientes de la Divina Revelación.