Hoy día, hay personas que se empecinan en argumentar un silencio casi total de las Sagradas Escrituras respecto a la Santísima Virgen María; y más allá, vemos cómo descaradamente manipulan los pocos textos bíblicos que admiten como “marianos”, para gritar con un odio casi demoníaco: “¡Jesús despreció a María! ¡Jesús nunca le dio importancia a su Madre!, ¡María no es tan importante como se ha creído hasta ahora! etc”.